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Varios centros ORPEA llevaron a cabo un estudio comparativo de sesiones de musicoterapia en las que se emplearon distintos tipos de música, frecuencias y ritmos, en función del objetivo que se pretendía lograr (activar, relajar, inducir al sueño, etc.). Las conclusiones apuntaron a que la musicoterapia pasiva, mejora la calidad asistencial de los pacientes con deterioro cognitivo severo de forma objetiva con parámetros cuantitativos (constantes vitales y nutricionales) y con parámetros cualitativos (valoraciones clínicas). “Esto se traduce en un mayor bienestar de los residentes, que muestran mejor estado de ánimo, un aumento de peso y más ganas de participar en las actividades organizadas. Además, existe una mayor satisfacción de sus familiares con respecto al cuidado de las personas mayores”, resumen los terapeutas de ORPEA.
La musicoterapia es especialmente beneficiosa para las personas que padecen alzhéimer o deterioro cognitivo severo, ya que la memoria musical es la última que se pierde. La aplicación de esta terapia favorece que, en las personas mayores con demencia, se reduzca el estrés y la ansiedad, se mantenga la calma y se despierten sentimientos positivos. Más concretamente, desde ORPEA aseguran que la improvisación instrumental y el canto reducen la agitación y mejoran la conducta social. Además, les permite experimentar momentos de conexión y lucidez, lo que influye de manera muy positiva en el sentido de identidad.
En la intervención con musicoterapia, los especialistas utilizan la música, en concreto, el sonido, ritmo, melodía y armonía, para facilitar y promover la comunicación, la expresión, las relaciones sociales, el movimiento y la relajación. De este modo, “se consigue satisfacer las necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas de las personas mayores”, explican desde el equipo de ORPEA.
En ORPEA se utilizan programas personalizados de musicoterapia, en base a las habilidades y necesidades de las personas mayores, y, por supuesto, teniendo en cuenta sus gustos y su historia de vida, porque una misma música puede evocar sentimientos diferentes a cada persona. “Estos programas pueden materializarse en intervenciones individuales o talleres colectivos de entre 50 minutos y una hora, que varía en función del número de personas que asisten y del grado de dependencia o autonomía que tengan”, indican desde ORPEA.
Los terapeutas comienzan poniendo música tranquila para entrar en ambiente “y que los residentes sepan dónde están y que va a empezar el taller de musicoterapia”. A continuación, se combina y alterna la improvisación, utilizando instrumentos de percusión o melódicos; la asociación de sonidos a movimientos; el reconocimiento de instrumentos; la expresión corporal a través del baile, etc.
Entre los beneficios de la musicoterapia para las personas mayores, destacan los siguientes:
•Favorece la calidad de vida y el bienestar de la persona.
•Facilita la comunicación de personas que son incapaces de expresarse y promueve el lenguaje no verbal.
•Permite la expresión y comunicación de emociones: rabia, dolor, calma, etc.
•Mejora la memoria a corto, medio y largo plazo.
•Aumenta la coordinación y la psicomotricidad.
•Los talleres grupales potencian las habilidades sociales y las relaciones interpersonales.
•Refuerza la autoestima y la personalidad.