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En estos días se prevé la primera ola de frío de este invierno. Para afrontar de la mejor manera posible las bajas temperaturas, sobre todo en el caso de las personas mayores, desde ORPEA ofrecemos medidas adecuadas.
Y es que el frío suele afectar con más intensidad a las personas mayores de 80 años, porque el envejecimiento deteriora la termorregulación del organismo y dificulta su adaptación a los cambios de temperatura. La prevención es, por tanto, clave para ayudar a las personas mayores a evitar las complicaciones asociadas al frío.
“A medida que cumplimos años, la piel adelgaza y tiene tendencia a la sequedad. Cuando hace frío, las personas mayores pierden más calor del que producen y para conservar la temperatura corporal su organismo produce una vasoconstricción de los vasos sanguíneos. El problema es que, a su vez, provoca que el corazón trabaje más y aumente la tensión arterial”, explica la directora sanitaria de ORPEA, Victoria Pérez.
El frío puede tener también otras consecuencias serias para la salud de las personas mayores. Por un lado, puede ocasionar cuadros de hipotermia y, por otro, las bajas temperaturas disminuyen las defensas y producen cambios en el organismo que facilitan la aparición de enfermedades como gripe, infecciones respiratorias agudas (bronquitis, neumonías), etc.
Una alimentación adecuada
Una alimentación adecuada es imprescindible para mantener la salud de las personas mayores en cualquier estación del año pero, sobre todo, en invierno, ya que es la principal fuente de energía. Por ello, la directora sanitaria de ORPEA subraya que la dieta debe asegurar un adecuado aporte calórico, “a través de la ingesta de carbohidratos y lípidos, junto con los alimentos con un alto contenido proteico”. Además, Victoria Pérez apunta que los menús “que diseñamos para los residentes de nuestros centros durante estos meses incrementan la presencia de verdura, pescado y fruta fresca con vitamina C, como las naranjas u otros cítricos que contribuyen a aumentar sus defensas”.
En cuanto a la hidratación, aunque cuando hace frío la sensación de sed es menor, es importante mantener la ingesta de agua y, por tanto, los residentes deben seguir bebiendo dos litros al día. “Para ello, a media mañana les ofrecemos consomés y todo tipo de infusiones para aumentar la ingesta hídrica. Además, los profesionales de atención directa invitan a los residentes a beber líquidos a lo largo de todo el día”, apunta Pérez.
Practicar ejercicio físico
El ejercicio físico es bueno durante todo el año, ya que tal y como recuerda la experta de ORPEA, favorece que se mantenga y se mejore la condición física y el estado de ánimo de las personas mayores, reduce el estrés y el insomnio, refuerza la actividad intelectual y aumenta la autoestima. Además, como el ejercicio ayuda a mantener un peso adecuado y a rebajar la proporción de grasa corporal, contribuye a regular los niveles de glucosa en sangre y reduce el riesgo de formación de coágulos (trombosis y embolias).
A todos estos beneficios, en invierno hay que sumar otra ventaja: la actividad física genera calor. “En ORPEA adaptamos el ejercicio a cada uno de nuestros residentes en función de la patología asociada que padezcan. En invierno, además, hacemos bastante hincapié en los ejercicios respiratorios, que ayudan a superar los catarros e infecciones respiratorias”, añade Victoria Pérez.
Otros mecanismos
“Las residencias deben mantenerse a una temperatura que oscila entre 18º y 21º, que se consigue mediante un buen sistema de calefacción y de aislamiento térmico”, asegura la directora sanitaria de ORPEA.
La ventilación de los centros para la renovación del aire interior también es fundamental para asegurar la correcta salud ambiental. Además, Pérez señala que favorece el bienestar general, el humor y la salud de los todos, “ya que está demostrado que los niveles de CO2 producen malestar y malhumor, favorecen los problemas de salud y las cefaleas”.
Respecto a la ropa, además de ser cómoda, las personas mayores no deben ir demasiado abrigadas. En este sentido, la experta de ORPEA asegura que es mejor ponerse varias capas de ropa fina que una gruesa, “ya que las capas finas forman cámaras de aire aislante entre ellas, que se pueden ir quitando si la persona comienza a sudar y volver a ponerlas si aumenta el frío. Si los residentes salen al exterior, deben coger guantes, calcetines de lana y, sobre todo, proteger las zonas por donde se pierde mucho calor como la cabeza, con un gorro que tape también las orejas, y el cuello, con una bufanda con la que podrá calentar el aire antes de inhalarlo. Si respiramos aire frío directamente por la boca nos puede producir infecciones de las vías respiratorias altas”.